A efectos de este debate, la lucha contra las "ultras" en el fútbol se puede llevar a cabo desde dos enfoques diferentes.
La política punitivista, seguida por clubes como el Real Madrid y Barcelona, se basa en distanciarse de cualquier relación con las ultras. Esto puede incluir la expulsión permanente de estos grupos de los partidos, la persecución penal de sus acciones violentas o delictivas y el fomento de grupos de aficionadas alternativos.
Por otro lado, la política de mediación, seguida por clubes como el Athletic Club de Bilbao y el Osasuna, busca una convivencia más pacífica entre los clubes y los grupos ultras, optando por dialogar y buscar soluciones que permitan la coexistencia de estas facciones. Algunos ejemplos son generar espacios de negociación conjuntos para establecer códigos de conducta, ofrecerles descuentos en entradas si no generan altercados y facilitarles transporte a cambio de que se integren en los valores del Club.
El Frente Atlético, que es el grupo ultra más representativo del Atlético de Madrid, ha tenido históricamente un poder significativo tanto en la grada como en la cultura del club, siendo capaces de movilizar a grandes masas de aficionadas. Esta influencia ha provocado que, hasta ahora, el club no se haya atrevido a plantarles cara.